Las horas pasaban con la mirada perdida en el horizonte, repasando lecturas, vivencias y expectativas. Claudio repasaba el vino de su copa, mientras pensaba en la ciudad como origen y destino de sentimientos invisibles...

martes, 31 de mayo de 2011

El amanecer imposible


Pasaron demasiadas tardes dormitando a la hora de la siesta; demasiadas noches donde se le ganaban segundos al sueño y se alimentaba el insomnio entre libros y relatos de otro tiempo con la esperanza de que al amanecer todo fuera distinto. Pero nada cambió. Las mañanas se repitieron entre la humedad de la calle y la indiferencia de sus transeúntes.

Por San Agustín, desde Parras a Zarco, ya no galopaba la caballería –de azul y oro- en busca de la procesión que jamás pudo ver Mesa. Por San Lorenzo no se aparecía el Arcángel a Roelas –mientras la calle que nombraba a este último sigue abandonada a su suerte y a la indiferencia hiriente de quienes nunca debieron olvidarse de que habían de cuidarla-; por el Realejo una plaza rompía la homogeneidad  de paredes encaladas, de patios entre callejuelas olvidadas; y en una capilla olvidada seguía anclado a la penumbra el templete de la Virgen que se veneraba en Portugal, pero también, en san Juan de Letrán.

De aquella capilla sólo queda una plaza y de Santa María de Gracia ni siquiera la Portería. Sin embargo, en ese enclave posmoderno –paradójicamente insertado en el núcleo mismo de la historia de la ciudad- la portería pasará a nombrarse como Nuestra Señora de Villaviciosa y, tal vez, en algún momento los que olvidaron se recuperen de la amnesia.

lunes, 30 de mayo de 2011

La Cruz de los Jóvenes

“Felicidad y cruz no configuran sólo el enigma finito-infinito del hombre, imagen de Dios, sino también el misterio estricto del Dios hecho hombre. Algo le sucede a Dios mismo en la cruz. Esta, sin pertenecer a su esencia, afecta de hecho al corazón de ella, que es la Trinidad” (Armendariz Luis M., Sal Terrae).


La cruz es uno de los símbolos ineludibles de la fe que, no sólo se profesa, sino que se siente y se vive. Una fe – aludida en cada gesto cotidiano-, representada horizontal y verticalmente en el madero que alcanza cada aspecto más allá de la Semana Santa o de las fiestas populares que la portan en su raíz. Una cruz que se porta, lejos de la pretensión, en el seguimiento del misterio encarnado. Una cruz a la que se reza y se sigue a cada momento, imbuidos en la esperanza eterna de la salvación.


Nos encontramos en la antesala de la llegada a Córdoba de la Cruz de los Jóvenes que servirá de prólogo a la Jornada Mundial de la Juventud, a celebrar en Madrid el próximo mes de agosto. Las cofradías cordobesas la portarán, como testigo candente de nuestra fe, desde María Auxiliadora a la Catedral en un Via Lucis que no será sino muestra inequívoca del misterio estricto del Dios hecho hombre; de que el compromiso camina hacia un horizonte infinito mucho más lejano de los días cenitales en que se rememora la Pasión.

viernes, 27 de mayo de 2011

El Paño de la Verónica

Hay un espacio que transita más allá de las hojas plastificadas y macilentas de cualquier álbum guardado en un cajón; un lugar donde la imagen cobra una carta de naturaleza distinta y eficaz; un rincón para descubrir las nostalgias pretéritas de estampas tan reciecientes como antiguas; una atmósfera virtual y cercana al click que nos devuelve al tiempo que ya no regresa.

Durante los últimos días hemos podido acceder, a través del blog de los costaleros del Calvario, a esos espacios, lugares y rincones de la imagen -impresa en la web- de la pasada Semana Santa. Sometidas a la libertad pública del voto de los internautas, las fotografías presentadas al concurso de "El Paño de la Verónica" atestiguan como la tradición puede evolucionar desde el más inmediato presente sin perder un ápice del encanto atávico de la tradición.

Estas líneas sólo prentenden ser una sencilla enhorabuena a quienes han impulsado una iniciativa que, desde un blog, acercan a nuestras cofradías a una realidad social en la que su cabida es cada vez más patente y necesaria para seguir transmitiéndola, ahora, desde los foros contemporáneos.

viernes, 20 de mayo de 2011

La Virgen de la Salud (II parte)


Por el Alcázar Viejo las procesiones se vestían de rogativas camino de la Fuente de la Salud. En busca de la Imagen milagrosa, la urbe volcaba su fe hacia un punto de su geografía donde todo cuanto ocurría parecía inmortal. Pero las pasiones humanas se agotan en el hastío de su propia debilidad y en la amnesia fingida de los corazones. Y las fechas se disuelven en los almanaques como si nunca hubieran existido. Y el rojo delimita la celebración sin más motivo que el de celebrarla.

En septiembre, por su festividad, la velada nos congregaba en torno a la patrona de las cofradías. En mayo, conmemorándola, una feria llevaba su nombre. Sin embargo, el tiempo caprichoso y desmemoriado quiso que esa feria fuese apellidada con el mes que la concita; que de la Salud no se recordara ni siquiera su ermita, tan sólo una necrópolis relevante por la enjundia de uno de sus difuntos. Y Córdoba fue obviando que, cada 25 del quinto mes del año, su fiesta lo fuera menos porque apenas se recuerdan los motivos que la originaron.

Apenas nos queda la monumentalidad de la ciudad en muchos sentidos y un sustrato con un templo, un foro, una basílica, una mezquita, una catedral, una puerta de entrada y un custodio rematando el urbanismo de la memoria. Apenas nos queda nuestra propia ciudad, la misma que –como los malos alumnos- tendremos que recuperar en septiembre porque en mayo ya suspendimos su examen.

jueves, 19 de mayo de 2011

La Virgen de la Salud (I parte)


Cuentan que ya había gente antes y, sin embargo, la ciudad cobró vida frente al primer templo. Desde el foro a la basílica de San Vicente, la herencia romana se vistió de Mezquita entre fustes y capiteles de un esplendor acrecentado sobre el puente que vería cruzar las centurias desde las atalayas de la historia. Y, desde aquel patio con un único  olivo, tras las celosías se edificó un coro, un altar y una capilla con el lignum crucis.

Un templo, un foro, una basílica, una mezquita, una catedral, una puerta de entrada y un custodio rematando el urbanismo de la memoria de cada habitante que la sueña, porque a cada segundo la va perdiendo algo más de lo que el espíritu considera recomendable.

Y lo acontecido se proyecta en el agua; la misma que refracta el río que abandonamos; la misma que brotaba de las fuentes de las que emanó la devoción popular de una Córdoba que, en demasiadas ocasiones, no es capaz de recordarse y, ni tan siquiera, de llamarse por su propio nombre, aquel de Colonia Patricia sobre el que comenzó a caminar.

Y, en aquellos pozos, junto al santuario de la Fuensanta uno -con el recuerdo pagano y pretencioso de otras anécdotas-, cercano a la futura ermita de la Salud el otro, la piedad fue torneándose alrededor de aquellos nombres con los que se llama a Nuestra Señora. La urbe había cambiado, pero en el sustrato inmaterial del sentimiento, sencillamente era la misma aunque, tal vez, a esas alturas ya éramos incapaces de darnos cuenta.

sábado, 14 de mayo de 2011

La Purísima

Suenan las canciones como la primera vez. La flor arde entre la atmósfera azul que parece tan inagotable como las rejas en los balcones que desafían lo infinito. La banderola que se desprende por la portada del Juramento se balancea hacia la luz como si San Rafael, desde el ara eterna que lo enmarca, volviera hablar a Roelas transmitiendo la noticia imperecedera. Por la cal de la pared, por la humedad de la noche, por el frío ajeno que recorre la piel como una gota que se disuelve en un universo la sin límites, se susurran certezas que vencen a la voz y se acurrucan en un susurro.

Camino de la Catedral, el canto se repite desde su santuario hasta San Antonio de Padua, desde allí a San Lorenzo para llegar casi tocar a perpetuidad el altar que la verá erigirse e irrumpir en mitad del templo. Desde el Colodro hasta el retablo de Lineros, más de siete siglos se condensarán en el instante en que la Conquistadora tenga otro apelativo más con el que se la nombre y, sin embargo, siempre estaremos diciendo lo mismo, siempre la estaremos llamando.

Dolores, Angustias, Fuensanta, Rosario, Socorro o Auxiliadora se repiten en la memoria de aquellas solemnidades que resistirán a nuestra propia historia. El de Linares es inminente, el del Carmen se aventura en el horizonte cercano de nuestros días. Pero, cuando repaso estas líneas, apenas quedan horas para que La Purísima Concepción de Linares sea coronada y la luz y la palabra se aúnen en un punto en el que, quizá, San Fernando pensó por un instante al traspasar junto a ella los muros de la ciudad que, una vez más, vuelve a contemplar el ejemplo de su historia en el rostro de la Purísima.

domingo, 8 de mayo de 2011

7 de mayo

La banda de música de la Estrella dibujó el inicio sobre el pentagrama con las notas del altar divino que musitara Ricardo Dorado. La iglesia de San Francisco y San Eulogio, engalanada para la ocasión, recordaba desde la axerquía la gloria de la ciudad. La Virgen de la Cabeza –dispuesta sobre su paso para la procesión de la jornada siguiente- escuchaba entre las flores de mayo las notas de su canto que suena a primavera, a devoción, a un derecho consuetudinario que se renueva en la sierra cada año. En el atril, Rafael Carlos Mendoza presentaba al pregonero, a su padre.

“Fue en un día como hoy, 7 de mayo, pero hace 433 años cuando el Padre Andrés de las Roelas escuchó el “Yo te juro, por Jesucristo crucificado, que soy Rafael, ángel a quien Dios tiene puesto por guarda esta ciudad” (…).También Ella, como nuestro Custodio Rafael, es sanadora. Cada 25 de mayo se conmemora el día que unos vecinos del Alcázar Viejo, Simón del Toro y Bartolomé de la Peña, encontraron una pequeña imagen de la Virgen en un brocal de pozo”. Con estas palabras se iniciaba el canto a las Glorias de la Córdoba que en mayo agota un esplendor mariano que se prorrogará hasta noviembre con la Virgen del Amparo que Antonio Mendoza citaría minutos más tarde.

Y con el marco del templo donde habitan las devociones del pregonero, la salve soñada, versada y cantada comenzaba a pregonar la Gloria de María en la noche tibia que conmemoraba el juramento que da sentido a Córdoba y a su mirada devocional y mariana. “Salve, Madre de la Cabeza, puente de plegarias, salvando de orilla a orilla los pecados del mundo, rogando a tu Hijo, Tú eres la otra Señora de la Axerquía.//Salve, Amparo de nuestras vidas, Compañera de la Señora de la Cabeza y de la Madre Candelaria, protege a todos los que te llaman Madre.//Salve, Madre Candelaria, corriente de luz, de amor, de sangre ofrecida y convertida en vino y en sangre por el mundo, por los siglos y por amor”.

Con San Rafael como compañero, las líneas acompañaron a Mendoza por un descubrimiento distinto de la ciudad que estalla al llegar Pentecostés. “Mi amigo y acompañante se ha marchado, pero no sé cuándo ni dónde se ha sido. Yo, abandonado por la ciudad, he llegado a la ribera del río Grande, del Guadalquivir.// Allí estaba el Peregrino Misterioso, el Arcángel San Rafael. Él vela por los cordobeses, el que Dios puso un día como Centinela de esta ciudad inmortal y al que, como me contó mi madre, todos veneran con demostrada lealtad. Por eso tanto las cofradías y las peñas alzan sus preces allá en su capilla del Juramento”.

Los versos despiden y atestiguan que el tiempo se ha cumplido que María, por su mediación, cada rincón de la urbe se transforma cuando la Pascua anuncia el mensaje definitivo. “Si te digo Purísima Concepción,//Rocío del Cielo, Señora de Sierra Morena,//Virgen de Villaviciosa, Milagrosa,//Señora del Tránsito, Auxiliadora,//Socorro de mi vivir,//Pastora de las almas,//Señora de Araceli,//quiero decirte Madre de Dios,//Salvación y Protectora,//quiero decirte, Madre y Abogada,//Madre sentida, Madre Pura, Reina Tría,//Madre y Reina Anhelada, Venerada,//Querida y Festejada,//Envidiada, Dignificada y sentada//en el mismo trono de Dios,//porque ni santos, ni santas, ni arcángeles,//ni nada similar te pudieron igualar//ni en rezos, ni en poderes, ni en santidad,//ni en belleza, ni en amor,//Virgen preciosa, gloriosa y cordobesa.//Córdoba de corazón por Ti es Mariana.//Virgen María, Sangre de Dios,//clara con tu Gracia Divina,//ahora y siempre,//por los siglos de los siglos//sobre Córdoba tu amor”.


www.hermandadesdecordoba.com

martes, 3 de mayo de 2011

Mateo Olaya

Todo rejuvenece y envejece a la vez. La luz crece por las azoteas de la primavera y dibuja sombras melancólicas que recuerdan cuanto quedó atrás. En las blancas atalayas redobla la vida que se plenifica antes de que llegue la tarde. Una atmósfera incandescente crece en la vuelta de cada calle que resistió a su propia historia. Los días se dibujan como nostalgias atávicas, quizá, presintiendo que el aliento se escapara tras cada declamación desde el atril.

Sin embargo, queda un instante para el silencio, para la soledad de la palabra que  irrumpe a gritos por la mente al ser leída. Queda un momento en que todo parece que se detenga, que las horas vuelven hacia un pasado cercano e infinito en la distancia. Queda un lapso discontinuo en la lectura para los que no estuvimos presentes. Quedan los secretos que se esconden entre los renglones. Los mismos que nos desvelan, a cada palabra, mundos desconocidos y similares porque los narran amigos que sienten tanto como hemos sentido y vivido.

Gámez, Farfán, Beigbeder, los Font, Gómez Zarzuela forman parte de un aprendizaje que comenzó a forjarse en la verdad inequívoca del pentagrama que fui desvelando –como si de un viejo código se tratara- en cada artículo que he ido leyendo a Mateo Olaya. Con esa ilusión, que se desgrana a cada línea, he tenido estos días la oportunidad de leer su pregón para certificar que, apenas importa la ubicación geográfica, para identificarse con cualquier apellido porque su nombre es Semana Santa.