Las horas pasaban con la mirada perdida en el horizonte, repasando lecturas, vivencias y expectativas. Claudio repasaba el vino de su copa, mientras pensaba en la ciudad como origen y destino de sentimientos invisibles...

martes, 17 de enero de 2012

La luz de Mesa

La vida se actualiza en un segundo crucial. Así podrían definirse algunos de los instantes que nos contemplan y que cambian los hechos que conforman nuestro destino. Un segundo en el que una decisión inesperada nos saca para siempre de nuestra rutina. Una décima -a veces impensada- que nos hará analizarla una y otra vez en el futuro, buscando sentidos ocultos, la simbología profunda de las cosas.

Algo así pudo sucederle a Juan de Mesa hace más de cuatro siglos, cuando decidió que su vocación no era otra, sino que era la que era. Tal vez, todo surgió con la naturalidad de lo que debe ser, sin más explicaciones ni intrincadas disertaciones durante miles de noches. Pero lo que vendría dio lugar a un fenómeno –casi leyenda- que aun pervive a los cientos de años discurridos. Imágenes que resisten al tiempo y lo superan en los ojos inquietos –suplicantes- de decenas de generaciones que han proyectado sus miedos, anhelos y deseos desde la plaza de San Lorenzo hasta Bergara por la geografía invisible de la devoción.

Es un segundo crucial. En el que tu vida cambia y, alguna vez, influyes en la de los demás y se actualiza a cada instante, trascendiendo  a lo vivido. Quizá, todo empezó a actualizarse en un segundo exacto cuando la luz de su ingenio se depositó en el trazo exacto del Cristo del Amor para concluir en el grupo escultórico de la Virgen de las Angustias que ya se actualiza una vez más para anunciar a Córdoba y su Semana Santa.

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