Es como la magia de las cosas invisibles. La materia y la forma, el ser profundo de los sueños al cumplirse. La mirada, proyectada de la tierra, sobre un sol infinito que golpea la frente y se pierde –naranja- en el horizonte. Son los días en que no estuviste, en que tu pensamiento era una quimera, una ficción anhelante del espíritu que se diluye como el vino en la garganta. Fue una sonrisa, alguna lágrima. Era otro tiempo, el mismo que se detuvo hace tan sólo unas horas. Apenas entenderás nada y, quizá, no haga falta. Ahora todo es futuro. Es un mundo, mil universos que construir en las fantasías de cada madrugada, cuando nadie te mire, y tu libertad sea total en tu mente limpia que desafía los límites trazados. Es –será- un nudo en la garganta en cada fecha importante, que no es más victoria que la de observar en silencio cualquier momento sutil, cualquier sonrisa, tu felicidad a cambio de nada. Es todo y no es nada que se pueda constatar con medidas preestablecidas, sino con el devenir natural de las cosas que se aman porque son una parte de intangible de nosotros. Es la vida cuando nace y la realidad se convierte en pura magia.
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